La fiesta de nuestro fundador,santo Domingo de Guzmán, que celebramos este lunes 8, conmemorando este año los ochocientos años de la fundación de la familia dominica.
Celebrar la fiesta de nuestro padre en el Jubileo dominicano…
Una ocasión para volver a los orígenes de la Orden a fin de recordar el momento fundacional en el que santo Domingo envió a nuestros primeros hermanos fuera de su casa, de su familia, de su nación, para que descubrieran el gozo y la libertad de la itinerancia. Para ello el este año jubilar dominicano, cuyo tema es “Enviados a predicar el Evangelio”, nos tiene que hacer recordar como dominicos y dominicas el llamado que Dios nos hace a través de Domingo, hombre de Dios y hombre de Iglesia.
Como Domingo en medio de la Iglesia
Providencialmente nuestro Jubileo viene entrelazado: el Jubileo por los 800 años de la confirmación de la Orden de Predicadores, y el Jubileo de la Misericordia.
“Estamos viviendo el tiempo de la misericordia. Éste es el tiempo de la misericordia. Hay tanta necesidad hoy de misericordia, y es importante que los fieles laicos la vivan y la lleven a los diversos ambientes sociales. ¡Adelante!” (Papa Francisco)
Precisamente la misericordia fue una de los dones más destacados en Santo Domingo de Guzmán, cuya compasión por la salvación de las hombres lo llevó a fundar la Orden de Predicadores, trascendiendo de este modo el tiempo y el espacio en esta tarea. Así lo recuerda el Beato Jordán de Sajonia, su sucesor al frente de la Orden, al decir que la ecuanimidad de Santo Domingo era inalterable salvo cuando se turbaba por la compasión y la misericordia hacia el prójimo; y también lo testimonian las noches pasadas en oración donde suplicaba a Dios por los hombres: ¿Qué será de los pecadores?
Con Domingo con la Iglesia ... y para la Iglesia
Santo Domingo de Guzmán no se entiende sino en la Iglesia y para la Iglesia. Tanto su vocación al sacerdocio y a la vida eclesial como la fundación de la Orden de Predicadores se desarrollaron armoniosa y progresivamente desde dentro de la Iglesia, en diálogo con su obispo y el Papa.
Por ello, este acento de la misericordia que nos presenta este Jubileo, nos da la oportunidad de presentar a Santo Domingo a la Iglesia y a todos los hombres desde este su lado más humano, y por ello el más divino, y que tan necesario juzga el obispo de Roma para los tiempos que corren. Toda la obra de Santo Domingo fue fruto de sus entrañas de misericordia. ¿Es tiempo de misericordia? Entonces, ¡es tiempo de Santo Domingo! ¡es tiempo de despertar como dominicos a la misericordia!
¡Buena fiesta de nuestro Padre Domingo!