Este 16 de Noviembre del 2016 daremos inicio al I año de preparación a la celebración de los 150 años de fundación de la Congregación de Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción.
El Señor en su infinita misericordia quien sembró ayer una pequeña semilla de luz, suscita hoy en nosotros la gratitud porque la bondad de Dios sigue haciéndose, protección, apoyo y fuerza. ¿No es todo esto, lo que hemos experimentado a lo largo de estos 150 años cada una y cada uno, en nuestras vidas? Cada día como Hedwige que tuvo que aprender al pie del Altar, el lenguaje del verdadero amor y a descubrir la belleza del carisma que el Señor le estaba regalando como don para su Iglesia; así a lo largo del tiempo hemos afrontado dificultades y crisis que nos empujan a reencender las luces de la esperanza, para enfrentar los desafíos y las dificultades.
Este es un tiempo para retomar la santidad, porque según las palabras del profeta Isaías, el JUBILEO es un verdadero “año de gracia”, año de perdón de los pecados y de las penas por los pecados, año de reconciliación entre los adversarios, años conversión, de penitencia sacramental y extrasacramental.
El JUBILEO, se llama comúnmente, “AÑO SANTO”, no solamente porque comienza, se desarrolla y construye con ritos sagrados, sino también, porque está destinado a promover la santidad de vida.
Como familia nos preparamos con este tiempo de gracia con un Trienio Jubilar: Nov 2016 – Nov 2019. Al comenzar en el día de la luz para nuestra Congregación las palabras de Hedwige Portalet nos impulsen a entrar a todas y todos en este viaje de apertura, de escucha y de acogida al Señor:
“Semejante a un viajero, que llega al término de un penoso y largo viaje y que echa una mirada retrospectiva sobre la ruta que acaba de recorrer, del mismo modo, me es dulce antes de franquear el umbral de esta bendita morada, objeto de mis más ardientes deseos y de nuestro trabajo, dirigir una vez más una mirada hacia el pasado y encontrar en el recuerdo de las penas sufridas, de las dificultades que vencimos y de las gracias recibidas, un motivo de bendecir a este Dios, tan lleno de misericordia que, a pesar de nuestra indignidad, ha querido conducir con su propia mano a sus pobres y pequeñas siervas, haciendo prosperar la obra que habíamos emprendido…” (Madre Hedwige Portalet)
“Para vivir la alegría, ejercitarse en la alegría”
Tenemos que convertirnos a la alegría de Dios que es auténtica pasión por el hombre.