En el proyecto Salvífico de Dios, la Iglesia es “como el administrador fiel y prudente que tiene la tarea de cuidar con esmero cuánto le ha sido confiado” de hecho “es consciente de la responsabilidad que tiene de salvaguardar y gestionar diligentemente sus propios bienes, a la luz de su misión evangelizadora y con particular solicitud hacia los necesitados”. (Congregación de la Doctrina de la Fe, 15 de mayo 2016)