Hedwige Portalet a través de sus hijos conoce a Santo Domingo en 1880, con la expulsión de los dominicos de Francia, algunos hermanos encontraron refugio en la comunidad de Hedwige Portalet, situada a la calle Momplaisi n° 13 en Francia. Las hermanas acogieron a Santo Domingo en sus hijos con una caridad fraterna y de su lado, los padres les brindaron tanta luz espiritual en la vida de las hermanas, que la fusión religiosa se operó naturalmente.
Madre Hedwige fue una amante apasionada de la Orden dominicana y trató de vivir sumergida en el piélago de su espiritualidad, con una adhesión leal, que enriqueció su vida y el de la Congregación que fundó. De esta fuente, por esencia evangélica, configuró estos bellos matices que la identifican con la Orden y con la espiritualidad de Santo Domingo:
Para Santo Tomás de Aquino, iluminar es mucho más perfecto que resplandecer. Hedwige Portalet fue una luz difusiva, que no deja de iluminar, aunque rebasen los siglos, en el camino de sus hijas, Dominicas de la Inmaculada Concepción, una digna hija de Domingo de Guzmán.