La formación en estado permanente contribuye a la constante búsqueda de santidad en las diferentes etapas de formación y de vida. Es necesaria porque somos seres inacabados, por ello el deseo de llegar a configurarnos con Jesucristo. Tenerla como motivación asidua en la Vida Consagrada nos permite mantenernos perseverantes en fidelidad, actualizando el carisma de ser Luz y Verdad.