La consagración a la Virgen Inmaculada es un acto de profundo significado espiritual, y su importancia se destaca aun más cuando se realiza en la etapa de la niñez. Este acto simboliza la entrega total y confianza en la protección y guía de la Virgen María, siendo ella la sin mancha de pecado desde su concepción, al consagrar a los niños pequeños a la Inmaculada, se establece un lazo espiritual que en un inicio asumen los padres. Las hermanas dominicas y los profesores, despertamos el amor y confianza en María como madre y protectora.
En la vida de un niño la devoción a la Virgen María ofrece un modelo de virtud y pureza, un ejemplo a seguir en el camino hacia la santidad. Al consagrarlos a ella se busca que crezcan bajo su amparo y aprendan a imitar sus virtudes, cultivando un corazón puro y lleno de amor a Dios y a los demás.
Sin duda alguna, la consagración tiene un impacto significativo en la formación de la identidad religiosa de los pequeños, pues aprenden a reconocerla como una madre espiritual que intercede por ellos y por el mundo ante Dios. Este vínculo fortalece su fe, proporcionando una base sólida para su crecimiento espiritual futuro. Crecen sintiéndose amados y cuidados por la madre, esta conexión espiritual se convierte en una fuente de fortaleza en situaciones adversas, brindándoles la confianza de que no están solos, todo esto enriquece su vida interior. Se puede evidenciar que la devoción a la Inmaculada les acerca más a Dios, acuden a ella para expresar gratitud, buscar orientación y experimentar la presencia divina en sus vidas.
En resumen, la importancia y el valor de consagrar a los niños pequeños a Nuestra Madre la Inmaculada Concepción, se traduce en una formación espiritual sólida y una conexión profunda con Jesús. Este acto no solo establece un lazo especial con María, sino que también moldea la identidad religiosa de los niños, inspirándolos a vivir de acuerdo con los principios de la fe cristiana católica, ella se convierte en un faro de esperanza y amor que los guía en su viaje a la santidad.
Que María, la dulce madre bendiga a la niñez y adolescencia de nuestras obras e instituciones.
Hna. Maribel Silva Carrasco
Dominica de la Inmaculada Concepción